1. La primera herramienta: la mirada que incluye:
Antes de pensar en fichas, materiales o adaptaciones, pensemos en la mirada. La atención a la diversidad empieza ahí.
· Observar sin prisas: anotar cómo juega cada niño, con quién, qué le interesa, qué le cuesta, dónde se bloquea y dónde brilla.
· Escuchar a las familias: nadie conoce mejor la historia de un niño que quienes le han visto crecer. Preguntar, no solo informar.
· Ver potencial, no etiquetas: “es tímido”, “es movido”, “es lento” suelen ser jaulas. Cambiemos por frases como “necesita más tiempo para…”, “se siente mejor cuando…”, “disfruta mucho con…”.
Una buena observación es como un mapa del tesoro: te dice por dónde empezar a acompañar.
2. Herramientas de aula: espacios y materiales que se adaptan:
Un aula de Infantil puede convertirse en una gran aliada de la diversidad si la diseñamos pensando en todos.
2.1. Rincones flexibles:
Los rincones no son solo una forma de organizar el espacio, son una manera de ofrecer diferentes puertas de entrada al aprendizaje:
· Rincón de construcción, de arte, de palabras, de lógica, de juego simbólico.
· Propuestas abiertas que permitan diferentes niveles de complejidad.
· Normas muy claras y visuales, con pictogramas o fotos.
Cuando el aula ofrece variedad de experiencias, cada niño encuentra un lugar donde sentirse competente.
2.2. Materiales abiertos y multinivel:
Los materiales que mejor respetan la diversidad son aquellos que no tienen una única forma “correcta” de usarse:
· Piezas sueltas (piedras, tapones, telas, bloques de diferentes formas).
· Juegos de clasificación, seriación y conteo que pueden hacerse más fáciles o complejos.
· Paneles sensoriales, bandejas de experimentación, mesas de luz.
Un mismo material puede plantearse con retos distintos según el niño: para unos será explorar, para otros será contar, clasificar, escribir, inventar historias…
2.3. Apoyos visuales y organización del tiempo:
Para muchos niños, ver es comprender:
· Rutinas visuales: panel con imágenes que muestren qué viene después (asamblea, juego, patio, cuento…).
· Normas ilustradas: pocas, claras y visibles a su altura.
· Agenda visual individual para quien lo necesite, con fotos o pictos que le ayuden a anticipar cambios.
Cuando un niño sabe qué va a pasar, se reduce la ansiedad y aumenta la seguridad.
3. Herramientas emocionales y relacionales:
No hay atención a la diversidad sin atención a las emociones. Un niño que se siente querido y seguro aprende mejor.
3.1. La asamblea como espacio de voz:
La asamblea puede convertirse en el corazón del aula:
· Turnos de palabra claros (con un objeto que pase de mano en mano).
· Momentos para nombrar cómo nos sentimos.
· Canciones, juegos de presentación, mini-debates sencillos (“¿qué podemos hacer si alguien se queda sin amigo para jugar?”).
Aquí se entrenan habilidades clave para la convivencia: escuchar, esperar, ponerse en el lugar del otro.
3.2. Lenguaje que acompaña y no hiere:
Cuidar el lenguaje es una herramienta potentísima:
· Cambiar “no sabes” por “todavía estás aprendiendo”.
· Sustituir “siempre te portas mal” por “hoy hemos tenido un momento difícil, mañana lo intentamos de otra manera”.
· Poner el foco en lo que sí hacen bien: “me ha gustado cómo has intentado…”, “has tenido una buena idea cuando…”.
El lenguaje crea narrativas internas. La atención a la diversidad también es ayudar a cada niño a construirse un relato propio lleno de posibilidades.
3.3. Acuerdos y responsabilidades compartidas:
Sentirse parte del grupo ayuda especialmente a quienes más dificultades tienen:
· Pequeños encargos (apagar las luces, repartir materiales, cuidar una planta).
· “Parejas ayuda”: niños que se acompañan en determinadas tareas.
· Rincón de la calma o del abrazo, para aprender a regularse en lugar de ser sancionados siempre de la misma forma.
4. Adaptaciones que no excluyen: DUA:
El Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) nos recuerda algo muy simple: en lugar de pensar en adaptar solo para unos pocos, pensamos el aula desde el principio para que todos puedan participar.
4.1. Diferentes formas de participar:
En Infantil, no todos tienen que hacer lo mismo de la misma manera y al mismo tiempo.
· En una asamblea, algunos pueden hablar, otros señalar una imagen, otros mostrar con el cuerpo.
· En un conteo, unos dicen en voz alta, otros colocan pinzas, otros ponen piezas en una recta numérica.
Lo importante es que todos puedan estar dentro de la actividad, cada uno a su modo.
4.2. Adaptar tiempos, no solo tareas:
A veces la mejor herramienta no es cambiar la actividad, sino el tiempo:
· Dar unos minutos extra a quien lo necesita.
· Dividir la tarea en pasos más cortos.
· Permitir pequeños descansos activos para los niños que se mueven más.
No todos los relojes internos van al mismo ritmo y eso es normal.
4.3. Ayudas discretas y respetuosas:
Algunos niños necesitarán apoyos más específicos:
· Sillas o mesas adaptadas.
· Asiento preferente cerca del adulto.
· Pautas cortas, de una en una.
· Modelado: el adulto hace primero y el niño después.
La clave es hacerlo sin señalar ni etiquetar. La ayuda es un derecho, no un privilegio.
5. Herramientas digitales con sentido (y en pequeñas dosis):
En Infantil, la tecnología debe ser herramienta, no protagonista. En atención a la diversidad puede ayudar si la usamos con criterio:
· Pizarras digitales para mostrar imágenes, vídeos cortos, cuentos animados que apoyen la comprensión.
· Aplicaciones sencillas para trabajar vocabulario, secuencias, asociaciones, siempre acompañadas por el adulto.
· Recursos auditivos (canciones, cuentos narrados) para niños que responden mejor a lo sonoro.
Siempre con esta idea en mente: la pantalla nunca puede sustituir a la mirada.
6. Herramientas de colaboración: familias y equipo educativo:
La diversidad no se atiende en solitario. Es una tarea compartida.
6.1. Con las familias:
· Cuaderno de ida y vuelta o canal de comunicación claro, sencillo y respetuoso.
· Reuniones centradas en buscar soluciones, no culpables.
· Pequeñas propuestas para casa (juegos, rutinas, lecturas compartidas) que refuercen lo que trabajamos en el aula.
Cuando familia y escuela reman en la misma dirección, el niño se siente sostenido.
6.2. Con el equipo:
· Coordinarse con PT, AL y el resto de profesionales del centro.
· Compartir estrategias que funcionan con determinados niños.
· Cuidar también al docente: poder hablar, compartir dudas, pedir ayuda.
Una maestra o un maestro que se siente acompañado también atiende mejor la diversidad.
7. Y ahora, tú: futura maestra, futuro maestro de Infantil:
Si estás estudiando el Grado de Infantil en VIU, probablemente ya te hayas hecho esta pregunta: “¿Sabré hacerlo bien cuando tenga mi propio grupo?”.
La respuesta honesta es que nadie lo sabe del todo al empezar, pero hay algo que marca la diferencia: la disposición a seguir aprendiendo siempre, la curiosidad por cada niño, la humildad para pedir ayuda y la valentía de probar cosas nuevas.
La atención a la diversidad no es una lista de técnicas; es una actitud de respeto profundo hacia la infancia; una forma de organizar el aula para que nadie se quede fuera; un compromiso diario con la pregunta:
“¿Qué necesita este niño, hoy, de mí?”.
Las herramientas que has leído, rincones flexibles, materiales abiertos, apoyos visuales, lenguaje que cuida, DUA, trabajo con familias y equipo, son solo un punto de partida. Lo demás lo pondrás tú: tu creatividad, tu sensibilidad, tu manera única de estar en el aula.
Al final, la mejor herramienta para facilitar la atención a la diversidad en la primera etapa educativa… eres tú.
