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jueves, 12 de septiembre de 2019

En época de muros, tendamos puentes o, como en este caso, ¡balancines!

Maravillosa iniciativa, aunque sea efímera, de Ronald Rael y Virginia San Fatello en la frontera entre Ciudad Juárez y Sunland Park. Descubre más vídeos en nuestro canal de YouTube.

martes, 20 de junio de 2017

¿Qué significa ser un niño refugiado?

Haciendo un ejercicio de empatía, he llegado a la conclusión de que ser un niño refugiado conlleva perder muchas cosas que ningún niño en el mundo debería perder. La fórmula es fácil:
Niño refugiado = Niño robado


A un niño refugiado le roban muchas letras que no deberían faltar en el abecedario de su vida:

Recuerdos - Raíces
Esperanza - Entusiasmo
Familia - Felicidad
Unicidad
Generación
Infancia
Amor - Abrazos
Derechos
Oportunidades
Sueños - Salud

¿Podemos permanecer impasibles ante este crimen tan atroz? La respuesta es evidente, ¡NO! 
Si pensamos unos minutos lo que significa cada una de esas palabras robadas a los niños refugiados, nos daremos cuenta de que lo significan todo, son palabras que nos dan vida, nos dan esperanza, fuerza y bienestar. 

Les roban la R, la E, la F, la U, la G, la I, la A, la D, la O y la S.

La infancia es una etapa de la vida en la que los niños confían en los adultos, se sorprenden con todo, aprenden, se ilusionan, viven con gran pasión e intensidad, juegan, ríen, formulan las preguntas más importantes y profundas, son sensibles, se asombran, admiran, son curiosos... 

La infancia es el presente que garantiza el futuro; futuro arrebatado sin piedad de las manos de estos niños inocentes. Futuro arrebatado al mundo, porque los niños son una necesidad social, el oxígeno vital de una población cada vez más envejecida. 

La infancia deja escritos en los corazones de los niños que perdurarán para siempre. ¿Qué escritos quedan en los corazones de los niños refugiados?

Hay tantas preguntas a las que no encuentro respuesta: ¿cómo puede alguien no detenerse ante el llanto de un niño? ¡Ante el llanto de millones del niños! El mundo debe pararse, mirarse de arriba abajo y actuar ya. Darse cuenta de que los niños son la esperanza de la humanidad y que por ese motivo hay que protegerlos, darles calor y seguridad.

Suelo decirle a mis alumnos que todos tenemos una gran responsabilidad social y que debemos realizar acciones en favor del mundo. Este mensaje es muy importante, pero en ocasiones es muy difícil de transmitir cuando acaban de ver como un país pone alambradas con pinchos para que niños que huyen de la guerra con sus familias no pueden acceder a él. Esa fue la reflexión de un alumno mío de 8 años después de ver el vídeo recomendado por Ana Municio: "No entiendo porque ponen alambradas". Intenté responderle de alguna manera, aunque finalmente respondí con el corazón: "Yo tampoco lo entiendo". En ese momento hubo un gran silencio de toda la clase y sus ojos llorosos me hicieron ver que no todo está perdido. Fue un momento mágico y esperanzador. ¡Gracias niños!

Vivimos en un mundo que ha convertido a los niños las víctimas silenciosas de sus guerras. Víctimas que ven como a su alrededor las sonrisas han dado paso a los llantos y a la perdida de familiares y amigos. Víctimas que ven como las casas se destruyen, como los colegios se vacían, como las sirenas se convierten en la melodía de su transcurrir, como el arcoíris, que era tan bello por su policromía, se vuelve negro.

sábado, 9 de enero de 2016

¿Conocéis el proyecto Maestros Solidarios?

Esta iniciativa surge de una necesidad evidente de ayuda a unos niños desamparados, víctimas inocentes de una guerra sin sentido. Los maestros nos vemos especialmente sensibilizados por esta desgracia por nuestra cercanía hacia esta franja de la población y por ello hemos decidido unirnos y ayudar de alguna forma a que su situación mejore. 

A través de los medios de comunicación vemos a diario el sufrimiento de una población machacada una vez tras otra sin pensar en las consecuencias que ello puede tener para su población más frágil. No queremos hacer oídos sordos ante estas desagradables noticias. Es momento de actuar y queremos hacerlo, no podemos quedarnos de brazos cruzados ante imágenes que quitan el sueño. No podemos quedar impasibles viendo cómo se comete uno de los crímenes más grandes de la humanidad: robar los sueños y la esperanza de los niños.

Y para ello hemos creado esta iniciativa, para devolver sonrisas de esperanza a las caras de las que nunca debieron desaparecer. Queremos ayudar aportando nuestro grano de arena, sensibilizando a la población de una necesidad imperiosa y prioritaria. Queremos ser la voz de socorro de esos niños a los que les han arrebatado la infancia.

¿Te apuntas?

Podéis seguir el proyecto en: